ANUDANDO LAS SANDALIAS - Nelson Arango Arango

ANUDANDO LAS SANDALIAS

Hoy amanecí anudando las sandalias, 
soltando las amarras grises de un barco 
que lleva en su interior fardos de cosecha 
de la ronda terrenal con triunfos y sin arco.

No llevo los tesoros del valiente Ulises 
para su amada Penélope en Itaca, 
ni las coronas, botines y dorados tronos 
que en el Tártaro sombrío tallara Cronos.

De la albura de las nubes uncí los lazos 
y até los cabos de una historia blanca, 
no por la ausencia de lastres y de ocasos 
pero con ilusiones de una estela franca.

Pude escalar la gloria por frágiles escaños, 
acaricié el tono temporal del amor en flor,
me hundí en sus cálidas aguas cantarinas
y me arropé en sus refulgencias ambarinas.

De niño cabalgué en árboles de rumor alado, 
dormí en sus copas pobladas de frutos, 
pinté del arroyo su fondo ancestral delineado
por cercos pétreos de misterio insoluto.

Me adentré en la espesura del amor 
y me perdí en sus dulces confines,
me abrasé con sus juegos afines,
y apagué los fuegos fatuos sin temor.

De las mujeres guardó sus ojos de mar,
su piel blanca y de sus cabellos un trigal,
la piel morena robada a las sombras,
reflejos nocturnos en sus ojos asombran.

Las mujeres poblaron el alma de estivo,
desterraron el frío que prodiga el otoño,
no dejaron mantos donde se anide el encono,
hoy con sus recuerdos los años avivo.

Quisiera como anhelo veloz y furtivo 
amarrar de un cerro a la parca implacable, 
desteñir sus garras, destruir su tridente festivo
y acallar su cruenta misión deleznable.

Desmantelo apresurado el campamento,
desubico de los toldos los cimientos, 
empaco de mi vida el remanente
y asido al viento lo esparzo al firmamento.

Autor: Nelson Arango Arango