LA NOCHE PASÓ DE LARGO
La noche silenciosa pasó de largo
y no se detuvo en nuestra cama,
no percibió la inexhaustible llama
ni la aventura alocada y trepidante.
No estaba el amor apancentado,
no era una hueste derrotada,
era una ráfaga incendiada,
era un volcán a punto de explotar.
La noche celestina moderó la luna,
apaciguó del viento su ululante paso,
recubrió su faz con sellos blancos
y cerró la compuerta de las luces.
El reloj que controla el tiempo
con celo inusitado y desbordado,
se dio una desbanda sin retorno
por los ámbitos aquiescentes del amor.
Autor: Nelson Arango A.